somos un grupo de parteras que creemos profundamente en la sabiduria del cuerpo para parir y nacer. trabajamos bajo un modelo de continuidad de cuidados holístico integral que abarca desde la concepcion hasta las 6 semanas post parto.
miércoles, 12 de diciembre de 2012
EL NACIMIENTO DE PEDRO
Mi primera contracción fue a las 2 de la mañana, en la semana 42,5
de embarazo. Desde ese momento, hasta
que nació Pedro pasaron 27 horas.
Durante esas horas pasó casi de todo: comí y tomé todo lo que se
me dio la gana, me senté en la pelota, me senté en la silla de partos, me reí,
lloré, me duché, me metí en la bañera, prendimos velas, apagamos velas, escuchamos
música, apagamos la música, cagué como 4 veces, recibí masajes, bailé, me besé
como a los 15 años, putié en todos los idiomas, los vecinos llamaron a la
policía, llegó la policía, no le abrimos la puerta a la policía, y nació Pedro!
Me costó entregarme a las contracciones fuertes. Sentía que el
cuerpo se me partía literalmente y me resultaba difícil dejarme llevar por esa
locura. Pero pude, y es la experiencia más maravillosa y trascendental que viví
en mi vida. Es absolutamente recomendable. El embarazo es alucinante. Pero
parir en casa, con respeto permanente, acompañada por la gente que yo elegí,
poder hacer todo el tiempo lo que yo quería al 100%, sin inducciones, sin
episiotomía, sin anestesia... Sentir todo. Es ni más ni menos que sentir TODO.
No tengo idea de en cuántos pujos salió Pedro, nadie me dijo qué
ni cómo hacerlo. Todo fue natural e instintivo.
Cada uno de los que me acompañaron en el parto lo hicieron
perfectamente bien.
Maxi, mi compañero, estuvo en todo momento de una manera para mí
tan perfecta que no encuentro palabras para describirlo. Fue tal su presencia,
que no tengo registros por ejemplo de que en algún momento fuera siquiera al
baño- Aunque seguramente habrá ido.
La China, mi amiga, me prestó su casa para parir. Me dio todo y
más. Fue fundamental, incondicional. Se involucró de tal manera desde que tomé
la decisión de un parto domiciliario que no podría no haber estado ahí cuando
nació Pedro.
Naty, Ana y Alejandra, nuestras parteras, nos acompañaron desde que nos conocimos.
Siempre dispuestas a explicarnos todo, todas las veces que fuera necesario. Nos
divertimos mucho y me sentí súper acompañada y contenida por ellas.
Siento que no tuve un parto fácil, pero estoy convencida de que le
regalé a Pedro un nacimiento maravilloso, lleno de amor y respeto por parte de
todos los que nos rodeaban.
Apenas nació Pedro me lo dieron y lo puse en la teta. El clima que
había en la casa, de emoción y alegría por parte de todos es indescriptible. El
cordón lo cortó Maxi cuando dejó de latir. Al rato, empecé a sentir ganas de
pujar nuevamente. Era la placenta. Pujé y salió. Las chicas me la mostraron y
me explicaban cada una de sus partes. Tuve un pequeño desgarro que jamás me
dolió, ni en el momento ni en los días siguientes. Maxi me lo curaba con azúcar
y aceite de hipericum.
Al ver mi panza vacía tuve una sensación desagradable y la
impresión de tener adentro todos los órganos sueltos. Me bajó mucho la presión.
Supongo que también influyó el agotamiento que tenía después de tantas horas
tan intensas y el al fin relajar: ya lo había logrado. Las chicas me pusieron
suero y en un rato ya me sentía bárbara. De todas formas no me sentía con
fuerza en las piernas para levantarme al baño, así que hacía pis en una
palangana.
La China, Naty, Ana y Ale se fueron y nos dejaron a los tres
solos. Pedro y yo todavía seguíamos desnudos y así nos quedamos varias horas
más. Así queríamos estar. Los tres nos dormimos.
Durante los siguientes días nos siguieron cuidando y mimando,
hasta que llegó la hora de volver a Tafí del Valle, donde vivimos.
¡Gracias a Pedro, a Maxi, a la Chinita y a mis parteras por
hacerme posible una experiencia tan maravillosa! Y también gracias a mí por hacerme
cargo de lo que quería.
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