naciendo en casa
somos un grupo de parteras que creemos profundamente en la sabiduria del cuerpo para parir y nacer. trabajamos bajo un modelo de continuidad de cuidados holístico integral que abarca desde la concepcion hasta las 6 semanas post parto.
miércoles, 31 de octubre de 2018
sábado, 2 de junio de 2018
"Transformar la ciudadania en cuidadania", por Isabel Aler
«Sigue pendiente reconciliar el derecho a la maternidad como una opción libre de las mujeres con el derecho de toda criatura a ser deseada y cuidada»
Esta entrevista concedida por la socióloga y profesora
de la Universidad de Sevilla Isabel Aler Gay, a la Revista
Matronas Profesión, de la Federación de Asociaciones de Matronas de
España, esta reproducida en Argentina, en los Cuadernos para la cuidadania, con el titulo "Los modos de ser madre".
Isabel
Aler Gay (Barcelona, 1958), es Doctora en Sociología por la Universidad
Complutense de Madrid, especializada en Psicología Social y doctorada en
Sociología de Género. Es también Profesora Titular en el Departamento de Sociología
de la Universidad de Sevilla. Ha desempeñado, entre otros, los cargos de Jefa
de Evaluación Sociológica (1985-1989) del Gabinete Técnico del Instituto
Andaluz de Salud Mental (Consejería de Salud de la Junta de Andalucía), y de
Vicedecana de Investigación y Relaciones Culturales (1996-1997) de la Facultad
de Ciencias de la Información de la Universidad de Sevilla. Fue miembro del
Comité Científico del VI Congreso Nacional de Sociología (1998) y coordinadora
del Grupo de Trabajo «Familia; Edad y Género» del IV Congreso Andaluz de
Sociología (2008). Ha sido docente en el Plan de Formación de Formadores/as
Sanitarios/as implicados en la Atención Perinatal en Andalucía (2008, 2009) y
en el Diploma en Género y Salud (2008, 2009). Colaboró en la elaboración de la
Estrategia Nacional de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad
(2007). Fue ponente en todos los cursos extraordinarios sobre Maternidad de la
Universidad de Zaragoza en Jaca (2004-2009), en la Conferencia de Clausura del
III Congreso Español de Lactancia Materna (Sevilla, 2002), y en la Conferencia
Inaugural del X Congreso Nacional de la Asociación Española de Matronas
(Benalmádena, 2004), entre otros. Sus líneas de investigación tienen el
objetivo de acercar los sistemas expertos a las experiencias sociales
cotidianas de la ciudadanía y la cuidadanía: la construcción social de los
géneros, el conocimiento y la ciencia; la conciliación de la vida personal,
familiar y profesional; las trayectorias socioculturales de maternidad y
paternidad; la familia y la escuela entre la ciudadanía y la cuidadanía, y la
investigación participativa en perspectiva de género.
¿Cómo pueden conciliarse
la perspectiva personal, social y de género de la maternidad en la sociedad
española del siglo XXI, tal como expuso en su conferencia pronunciada en el VII
Foro Salud y Género?
■ Haciendo de
la grave crisis que padecemos hoy una gran oportunidad para replantearnos los
fundamentos o-cultos de
lo humano. Iniciándonos en un proceso de transformación de la ciudadanía
en cuidadanía en
el que es clave comprender la
continuidad entre lo individual, lo social y lo cultural como
evidencia sociológica.
En dicha
conferencia, me referí a una línea de investigación participativa acerca de las
limitaciones del concepto de ciudadanía que se nos muestra obsoleto para
cambiar el rumbo actual hacia la autodestrucción planetaria, porque sigue
anclada en la falsa disociación entre individuo y sociedad, en un ideal de
individuo defendido con independencia de los vínculos sociales que lo
constituyen en un proceso de interacción social continua entre su herencia
genética y cultural. Defender
la independencia o la autonomía de esta última (cultura) sobre la primera
(biología), actuar como si lo fuera o como si la biología estuviese totalmente
subsumida en la cultura, es una forma de pensar tan falsa y dañina como la
contraria, sin otro objetivo que maximizar la protección de las libertades
individuales al servicio de las élites mercantiles. La crisis actual es ¡una crisis de cuidado!, de
los cuidados que hemos dejado de dispensar a los vínculos sociales que
sostienen nuestra humanimalidad.
Dos ejemplos
históricos al respecto: a) en el siglo XX se ha destruido la Vida del Planeta
más que en toda la historia de la Humanidad anterior, al tiempo que se ha dado
la mayor expansión de la protección occidental de los derechos humanos
individuales,
y b) quienes
hoy en nuestras sociedades cuidan a la población menor, mayor y enferma, son
las mujeres, hijas, esposas, madres y abuelas, que siguen viviendo en unas
situaciones socioeconómicas y de salud muy deficitarias a las que llegan y
permanecen como resultado de dedicarse precisamente a dichos cuidados.
El individuo
independiente de la sociedad (como
«un-aparte» de la sociedad) se manifiesta como patología moderna de
un individuo fragmentado, portador enfermizo del desencuentro social entre
biología y cultura.
Para
recuperarnos hay que situar los cuidados de la interdependencia constitutiva
del individuo en el centro de la agenda política y económica, transformar el
actual paradigma desde las mejores aspiraciones de la ciudadanía (libertad en
igualdad, respeto a la diversidad) hacia
una «cuidadanía» entendida como ciudadanía centrada en el cuidado de la
interdependencia de los vínculos sociales que constituyen
desde su origen a los individuos en la continuidad de tres niveles: el cuidado
de la relación madre-criatura (personal), el cuidado de la ciudadanía de las
madres (social), y el cuidado del trabajo de los cuidados de tod@s hacia tod@s
en sus aspectos materiales, emocionales y morales (cultural: de género matricial no
patriarcal).
Usted publicó
un excelente trabajo sobre «La transformación de la maternidad en la sociedad española
de 1975-2005». ¿Cuál es su diagnóstico de la situación en el momento actual?
■ Existe una
versión posterior que abarca el periodo 1978-2008. Desde entonces se han
aprobado, entre otras, dos Estrategias Nacionales coordinadas por el
Observatorio de Salud de la Mujer (Atención al Parto Normal y Atención a la
Educación Sexual y Reproductiva), que han sabido catalizar las movilizaciones
de las asociaciones de usuarias y de mujeres que, desde diferentes foros
públicos, vienen denunciado situaciones de maltrato en malas prácticas clínicas
que incumplen la normativa legal o persisten en la desinformación, y en las que
han trabajado con profesionales de la salud para localizar, definir, divulgar y
promocionar buenas prácticas clínicas avaladas por la evidencia científica y el
respeto a los derechos de las mujeres a decidir sobre las cuestiones que
afectan a su salud y ciudadanía.
En los últimos
años, se ha logrado llevar los procesos sociales que afectan a la maternidad al
debate público, han dejado de ser asuntos privados de agenda política, pero
todavía están lejos del lugar que les corresponde, siendo la maternidad un
hecho social central para la reproducción de un tipo u otro de sociedad. En
muchos sentidos las madres hemos salido de los armarios, trasteros, altares,
dispensarios y quirófanos, de la obligación, la sublimación, la marginación y
la patología, para recuperar lealtad en la autoestima, libertad y salud,
conciencia política de género.
Sigue abierto
el debate entre feminismo y maternidad, que pasa por desarrollar una visión
amplia no autoritaria (la
mía es la mejor) ni relativista (todas
valen lo mismo) de las relaciones existentes entre las diferentes
maternidades y las diferentes paternidades.
Sigue
pendiente reconciliar el derecho a la maternidad como una opción libre de
las mujeres con el derecho de toda criatura a ser deseada y cuidada, porque se
trata de la relación biosociocultural entre
una mujer más o menos madura y una criatura que se gesta en su cuerpo, según la
situación en que viva la madre desde la continuidad personal-social-cultural
referida, porque la forma en que la criatura es gestada y parida al nacer deja
huella, porque al ser la criatura humana la
que nace más vulnerable e inmadura de todos los mamíferos el primer año de
vida, el cuerpo de la madre es el hábitat
erótico necesario para su equilibrada relación de maduración.
La crisis
puede ser una oportunidad de transformación hacia los cambios deseables o una
trampa para la aceleración de los cambios sobrevenidos e impuestos. Las mujeres
y hombres que deseamos maternidades y paternidades entrañables y saludables
tenemos mucho que aportar todavía desde la continuidad entre lo personal y lo
profesional. Y ello tiene un precio.
¿Considera
necesario deshacer «los mensajes culturales» de la sociedad actual, ante el
deseo de «no sentir» o «sentir lo menos posible» el proceso de embarazo y
parto?
■ Es
fundamental. La desconexión de nuestra conciencia corporal beneficia los
intereses económicos de una minoría a costa del deterioro de los vínculos
sociales que constituyen nuestra humanidad. La lógica capitalista virtual en que se
mueven los intereses comerciales hoy contribuye a que el cuerpo como fuente de vida y sede
de la experiencia esté siendo progresivamente secuestrado y
suplantado por una
imagen mental de nuestra apariencia corporal.
Se dice que
nunca antes el cuerpo humano fue tan importante, ni tuvo tanta presencia en nuestras
vidas, cuando en realidad es al contrario, está como ausente, y la gran mentira cultural
es hacernos creer que el cuerpo humano se reduce a su apariencia.
Socializadas
en una impostura cultural que nos oculta las rebeldías y alternativas que
nuestra atrofiada conciencia corporal generaría de forma saludable –lo sigue
haciendo de forma patológica– hacia un modo de vida tan nocivo que nos
condiciona para que modelemos una apariencia según el canon mediático-mercantil
si queremos ser (más) reconocidas socialmente, a costa de negar, descuidar y
anestesiar la conexión cuerpo-mente y el tejido emocional que la sostiene.
Hay todavía
mucha sumisión, mucha rabia contenida, hacia el mensaje cultural (y su
respectivo tratamiento social) que programaba a las mujeres a parir con (mucho)
dolor, y al que hoy se ha contrapuesto el mensaje que promueve la anestesia
total que neutralizala
experiencia viva que lo acompaña. Se sigue confundiendo el dolor con el
sufrimiento, se agudizan los miedos
a sentir la conexión humanimal que nos constituye. Se nos o-culta que las
hembras humanas estamos preparadas para gestionar el dolor placentero mucho más
que para el sufrimiento que lo niega. Se nos priva de sentir la
benefactora humanimalidad,
de ser protagonistas y testigas del
micro big-bang que
se da en cada parto-nacimiento-crianza, de empoderarnos recreando nuestra compleja
red de herencias.
Afortunadamente,
una minoría creciente de madres con conciencia de género afrontan un sinfín de
contradicciones y dificultades con el deseo de ir re-creando poco a
poco «gen-eros-a-mente» la
erótica con sus dos parejas de hecho en el decisivo origen temprano de la vida:
sus criaturas, y los padres de sus criaturas cuidando de la pareja
madre-criatura en la gestación, parto-nacimiento y amamantamiento.
Los avances en
tecnologías sanitarias disponibles actualmente ¿constituyen siempre una
práctica opresiva? ¿Pueden ayudar a la mujer?
■ Es evidente
que la tecnología bien empleada puede ser una bendición si ayuda y no
secuestra o atrofia el desarrollo de la conciencia corporal de las mujeres, el
saber- dejar hacer de sus cuerpos en sus vidas. Es necesario repensar la
evolución para recuperar la autorregulación, cuidar nuestra naturaleza humana
mediante un nuevo equilibrio en la relación de nuestra herencia genética y
cultural.
La feminista
Sandra Haraway planteó hace varias décadas la importancia de la tríada animal-humano-máquina para
redefinir hoy la naturaleza humana, evitando dogmatismos, y centrar el
necesario debate público en la interacción actual de esos tres componentes,
además retomar las riendas de los cambios sociales sobrevenidos y los
deseables. Pero el debate se ha escorado de forma abusiva hacia la díada humano-máquina, marginando
la díada básica animal-humano.
Hoy la
innovación tecnológica es invasora y actúa casi como un dogma incuestionable en
un campo abonado durante siglos para la desautorización de las mujeres mediante
la delegación de su autoridad
–de ser autoras–
en un sistema de expertos controlado por un tipo histórico de varones, por un
patrón cultural masculino que dirige «el
sentido de» (y desprecia «lo
sentido en») los avances y aplicaciones tecnológicos. Debemos
cuidarnos también de la tecnología, y no sólo a través de ella.
¿Qué considera
que esperan las mujeres de las matronas como profesionales expert@s en el
proceso de maternidad?
■ Un trato
respetuoso, una mirada empática hacia su singularidad como persona y su
integridad como ser humano, y las de sus parejas de hecho (la criatura, el padre,
el/la acompañante). Un saber hacer que sepa conciliar la expresión de sus
demandas con sus necesidades a veces más o-cultas:
alguien en quien poder confiar-se. Y genéricamente,
esperan que la matrona les ayude a recuperar inicialmente su autoridad como madres,
la autoría de un proceso secularmente secuestrado.
Para ello, es
necesario: a) que las matronas estén reconciliad@s con su propia humanimalidad como
garante de aprendizaje y práctica profesional en el manejo pertinente y, en su
caso, aplicación respetuosa de tecnología, y b) que aprendan a reconocer y
aceptar a las tres generaciones de mujeres que hoy habitan personal, social y
culturalmente nuestro país: generación desmadre,
generación enmadre y
generación comadre.
Matronas
Prof. 2011; 12(1): 28-30
Etiquetas:
decisiones informadas,
derechos en el nacimiento,
ejercicio de la parteria,
medicalizacion,
no medicalizacion,
parto,
violencia contra la mujer
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